la luna

Mamá. Quisiera ser tan alta como la luna. Ay!Ay! como la luna , como- la- lu-na.

Sabes?un día cogí una escalera muy muy alta y me subí hasta lo más arriba que pude y ..sabes mamá? MI mano , muy estirada llegó a tocar uno de sus rayos.
Me sentí feliz.
Lo volví a intentar y vi, absorta, como en esta ocasión el rayo solo iluminaba, no me dejaba llegar a él porque se estaba dejando querer por otro alma nocturna.
Pero yo, lo único que quería es tener de nuevo ese poquito de rayo que me dio aquella noche.
Mamá, yo no tengo la culpa, que la culpa es de la luna, de sus rayos traicioneros que vienen y que van , que solo iluminan, que a veces calilenta y , las menos y sin quererlo, hieren.
El caso es que quiero ser más alta ,cómo la luna. Bailar en las noches, entre la bruma, con ella, sin ella, esperarla, ver juntas como sale el sol, solo por eso, por ser mas alta que el resto, como la jirafa de la zona noctambula de la urbe.
Y se , porque lo se, que otro dia la luna me dejará alcanzarla y que volveré a atrapar sus rayos y se colaran entre mis dedos mientras estos no saben como sostener entre ellos la plata de la noche.
Mamá, ¿ya no crezco más?
No hay leche, no hay petit suisse, no hay...no hay... no se! quesitos de la vaca que rie?
No, no hay, y aunque los hubiera ya se pasó la edad de crecer. Ahora tengo que conseguir la luna por mis propios medios, sin ayuda. Pero existe, mamá, el miedo a que sus rayos vuelvan a escaparse.