Una vez más abrió el armario en cuanto su madre cerró la puerta de casa. Antes se aseguró que hubiera subido al coche y arrancado el motor, subida encima de la cama y procedió a la operación.
Los pomos de las puertas cada día estaban más a su altura pero aún le costaba tirar de ellos para abrirlas.
Una vez que estas estaban de par en par y le permitieron observar todo el contenido, tiró cuidadosamente de la bolita que abría uno de los cajones y sacó unos preciosos guantes de piel verdes. Le daba miedo casi hasta mirarlos, y los dejó sobre la cama. Procedió a sacar la caja que había al fondo. La que contenía los zapatos de piel más bonitos que había visto nunca y que, obviamente, era pecado incluso tocar. Los puso en el suelo y corrió a empujar la silla que le llevaría a lo mas alto, hasta la caja de los sombreros.
Eligió un sombrero, cogió un pintalabios e intentó no salirse de los límites, pero su boca era ocuapaba ya media cara, ya era tarde. Se puso los guantes, se subió en los tacones intentando no perder el equilibrio y fue, como pudo, metida en unos zapatos donde podría meter 3 pies como los suyos, hasta el espejo de pie que presidia la habitación. Estaba tan alto. Tenía incluso un poco de vértigo.
Entonces oyó un coche. Su madre habia vuelto, seguro que habia olvidado algo. Cuando, con las prisas, intento volver a poner todo en su sitio, tropezó y el lio entre tacones y alfombra hizo que cayera y la puerta del armario le hiciera una brecha en la frente. Lloró y lloró, hasta que subió su madre y vio que la sangre se mezclaba con el pintalabios. La cogió en brazos y la llevó corriendo al hospital.
Hoy tiene una pequeña marca en la frente que suele taparse con el flequillo y se cuida mucho de cuando y donde usar ese tipo de zapatos que son, sin duda, los que mejor le sientan, pero aún tiene un poco de miedo a poder caerse desde lo que pensaba que era tan alto. Sabe que sus pies ahora los llenan pero que las alfombras siguen colocadas en las casas y son traicioneras, a veces.
Por eso no acaba de confiar. Pero se siente bien con ellos y cada vez que los usa no puede evitar recordar esa imagen que veía en el espejo con apenas 6 o 7 años.
POLITICA E IGLESIA
Hace 2 meses.