Saliendo desde la cadera, como si la energía se dejara crecer desde el final de la columna. Comienza siento un sutil movimiento que se extiende hacia los extremos de nuestro cuerpo somo si de la savia de un árbol se tratase. Cada uno es su propio árbol.
Si llueve, seremos regados, creceremos, nos relacionaremos, si no , no.
La cadera de bambolea con el viento dejando salir los instintos.
Intenté tres veces dejarme ver pero el destino no me dejó.
El cuerpo baila para una persona sentada en el patio de butacas, expresa y deja que la energia le cubra y le deje, o no, bailar con el alma.

Es una danza que se divide por el cuerpo, según el día nace del sexo, del pecho o de la cabeza, es nuestro hábito.
Es el principio del moviviento que se salta todas las reglas de la física que nos quisieron enseñar en el instituto. Es el cortejo animal, la danza sexual, la pulsión desde dentro, el pálpito. Nunca nos dejamos llevar por él más que cuando el camino ya esta casi concluido y no hay posibilidad de error, porque la cabeza juega con nosotros y es después , cuando derramamos risa y soltamos un chorro de lagrimas, porque el pecho se ha enfadado porque no le dejamos participar.
No estan armonizados, esa es la lucha. Salta, brincar, correr, patalear, volar, quedar , juntar, querer, rozar, acariciar, empujar, mirar...sobre todo mirar viendo, desde dentro , hacia todo, para mí, para ti mismo. Con un tango en la cabeza.
Usar la energia justa y no malgastarla en nimiedades.
Sentirla desde lo más profundo.